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Y lloré. Lloré lágrimas heladas al recordar lo que se sentía cuando el corazón se enfría. Gélidos ríos de agua salada atravesaban mi cara, amoratando la tez, provocando glaciales punzadas. Bajo mi desolada mirada, huyeron álgidas gotas cargadas de rabia. Y lloré. Lloré de frío en mis entrañas hasta morir congelada.
Musa de la Glíptica
Dolió. Duele. Dolerá.
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